martes, 31 de enero de 2012

A la orquesta del Titanic

Hablando con un amigo músico (mas bien un hermano de guerra) me contaba cuan ofendido se siente, con la suerte que corre la orquesta del Titanic en la película. Pues sus colegas mueren ahogados en lugar de salvar la vida valiéndose de las propiedades físicas que sus instrumentos poseen, y como pueden estos flotar.

Por mi parte yo encuentro admirable la forma en que estos valientes enfrentaron su destino, haciendo eso que amaban, y viendo la negra suerte, se aferraron a sus arcos y tocaron hasta la muerte. Es de admirar realmente el sentimiento de estos valerosos, que al océano se entregaron con sus sones dolorosos, expresando sus tristezas, su angustia y su despedida, con las notas que arrancaban a bajos chelos y violines, y así ser recordados por el más histórico de los finales.

Pocos años después, el Barón Rojo, mítico aviador alemán, también abandonó el mundo montado en su avión de tres alas, dicen que por hacer galas de su pericia en los cielos. Yo confieso abiertamente que estas muertes me causan celos, pues murieron en lo suyo, hinchados y llenos de orgullo, haciendo aquello que amaban y sin temerle a nada. Hoy después de mi ensillada deseo similar fortuna morir dentro de muchos años (no una muerte prematura) a lomos de mi caballo, recitando algún poema de mi propia autoría, y mirando fijamente, los ojos de la amada mía.

El poema lo deseo porque amo escribir, el lomo de mi caballo, y los ojos de la que quiero los deseo y los anhelo por una frase que decía “TOÑO” cuando me miraba dichoso al verme feliz montando. “los mejores momentos de la vida son tras las orejas de un caballo, y frente a los ojos de una mujer” con el tiempo he podido comprobar que eso es verdad, soy un enamorado de la vida y quiero morirme viviendo.

En ese orden de ideas, y luego de haber admirado a los valientes del mundo que murieron haciendo aquello que amaban con una sonrisa en los labios, manifiesto mi deseo, y lo comparto con el mundo; morirme rodeado por poemas mujer y caballos.
Estos deseos no ocultan algún pesar profundo ni un oscuro pensamiento, son una convocatoria al mundo de hacer siempre aquello que mas valoren; coman, rían, duerman y lloren, o cualquier cosa que les complazca pero que la muerte nos coja a todos con amor, alegría, fuerza,  y esperanza

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