Con el fervor que despierta cada vez que anuncian un fin del
mundo, considero de imperativa necesidad compartir las dudas y pocas
reflexiones que me genera el anuncio del fin de la humanidad o de la tierra
propiamente dicha.
Primero empecemos por el día, si la tierra es redonda y el
horario esta establecido, ¿Los Mayas funcionaban con el horario del GTM o con la hora de Centro América? ¿O como median ellos las horas? Perdónenme amables
lectores la ignorancia pero eso nadie me lo ha sabido explicar.
Suponiendo que tuviesen el conocimiento del diámetro de la
tierra y los usos horarios actuales (uno nunca se imagina) cantaran victoria
los escépticos y se sentirán defraudados los creyentes a las siete de la noche o a la una de la
mañana (hora Colombia).
A mi personalmente me resbala el fin del mundo, desde el año
de 1996 en que anunciaron el fin del mundo para el día 6 de junio de dichas calendas, concluí que
el mundo se acaba para cada cual cuando la pelona llega a invitarlo a bailar, para
esa fecha anunciaron tres días de oscuridad y la llegada de los demonios a la
tierra, cosa que ya había pasado según tengo entendido en el año 56 o 66 del
mismo siglo no estoy muy seguro (y quien sabe en cuantos siglos y décadas mas
ocurrió lo mismo).
En el año 89 ocurrió algo semejante por el cambio de década y
sin embargo aquí seguimos.
No olvide usted amable lector, lo ocurrido en los últimos años
del siglo pasado, en los cuales anunciaron con ahínco y desmesura el fin del
mundo para el año 2000, Hollywood nos inundó de películas apocalípticas, en su mayoría
perversas, promoviendo las caídas de meteoritos, llegadas de alienígenas, la
furia del Patrón Celestial, y mil cosas mas, se presentaron suicidios masivos,
agotamiento de víveres no perecederos en algunas comunidades y otros hechos del mismo estilo. Sin embargo, los que no se tiraron por un acantilado o se saltaron románticamente
la tapa de los sesos, debido a ese miedo de morir atrapados en el fuego
infernal o bajo la furia de los extraterrestres conquistadores, aquí seguimos, cada
vez mas bonitos, aunque nos averiemos en las prestadas. Pero seguimos, el mundo
no se ha ido para ninguna parte y la humanidad sigue haciendo de las suyas.
En el 2006 anunciaron el mismo 666, (año 6, mes 6, día 6)
que anunciaron en el 96 ¿y adivinen que? ¡Están leyendo este ladrillo! Bueno,
igual en esa oportunidad la cosa no fue tan endémica.
Lo cual me lleva a mis reflexiones, la primera sería: si la esté
mundo esta tan deseoso por acabarse, deberíamos darle gusto y soltarle a algún megalómano
bondadoso, caritativo y de buen corazón una bomba atómica con la capacidad de
sacar al planeta de su eje.
Aprovechemos por ahí derecho y hagamos una obra de caridad
bañando a todos los hippies que no se bañan desde los 60s y 70s bajo el
pretexto que el jabón es un invento capitalista o que este les cohíbe su espíritu
libre de reglas (¡perezosos!) Por si el
cielo existe, pa que no tengamos que chuparnos el olor en la fila mientras San
Pedro y su combo nos hacen el inventario de entrada.
Prohibámosle a los canales científicos y culturales el
patrocinio multimillonario que le otorgan a los estudiosos de La Biblia, Los
Mayas, Los Egipcios y Nostradamus (no sé
porque metí ahí a los egipcios, pero después nos salen con que fueron ellos los
que predijeron el fin del mundo) pa que dejen de crear estos cuentos pendejos,
que por lo demás los enriquecen enormemente, y sino fíjense en la programación de
este fin de semana en el HC, Nat Geo, DC, Infinito y otros. Eso genera mas
plata en publicidad que el logotipo Coca-Cola o y de la KW pintado en el centro del
Palogrande hace unas semanas, el cual los fervientes hinchas del Nacional
siguen criticando. Anteriormente no existían esos canales y los rumores eran extendidos
por los acaudalados vendedores de velas y lámparas de aceite (me consta).
Si esto realmente anuncia es el dichoso cambio de “Era” del que muchos otros hablan, tengan en cuenta lo
siguiente: los cambios no se generan con simple crítica, hay que construir,
tolerar, ayudar y seguir ayudando al prójimo. Acabemos con el analfabetismo y
la ignorancia, eduquemos al hijo, al vecino, a la señora que nos ayuda en la
casa, al barrendero de EMAS y al filósofo consumado. La idea no es que seamos
comuñangas, pero si solidarios con los semejantes, tolerantes con sus ideas, y
aprender a girar todos en la misma dirección, el progreso no se mide en
cemento, sino en comida y letras.
¡He dicho!