domingo, 29 de abril de 2012

La Cobija de Cuadros


Después de tanto tiempo recuerdo aquella cobija,
En la sala de alguna casa, en un remate de equinas.
Han pasado muchos años desde esa noche lluviosa,
En un inicio eras seca, luego una inquieta golosa.
Larga historia nació esa noche, al calor de un abrazo.
Acompañados por la penumbra, y lo prohibido probando.
Hubo llantos y alegrías, pérdidas y ganancias
Y aunque cambiaron nuestras vidas,
Siempre recordaremos a “Narnia”.

Hoy eres fiel amiga, cómplice y consejera,
Al hablar de pronta risa, siempre brillante y sincera.
Con el tiempo mucho ha cambiado, incluido el sentimiento
Que nos embutía en abrazos y nos inundaba de besos.
Pero el recuerdo nacido de la cobija de cuadros
Lo guardo con celo vivo, para que siempre este intacto.
Hemos los dos crecido, y las cosas han variado,
Pero no caen al olvido, las bellezas del pasado

lunes, 23 de abril de 2012

De Luna y lluvia


Te llevo en la cabeza cual sueño pendiente
Cuya realización llena el alma y levanta mi frente.
Tu sonrisa es hija de la luna, Tus ojos luz de la noche
Y este amor bajo la lluvia lava entero cualquier reproche.
Tu presencia viene y va al ritmo de la luna llena,
Aquello que de ti me gusta no es algo que entienda cualquiera.
La necesidad de nuestros cuerpos, es maldición y fortuna,
De un millón de conexiones, como la nuestra no hay ninguna.
Podríamos andar sin rumbo por caminos separados,
Más si al final me tumbo, tú regresas a mi lado.
Ya no es necesario definir el sentimiento,
Pues esta comprobado que lo demuestro con talento.
Los renglones que te escribo, no se los llevará el viento
Pues siempre estarán anclados a tu nocturno pensamiento.

lunes, 16 de abril de 2012

Casilda


Cara blanca y llagada 
por el efecto del sol,
Piel canela y cuerpo gordo 
con ancas como un tambor.
Era mi hermosa Casilda 
la que un ojo perdió,
Con su melena brillante, 
larga y multicolor.

Tri-alba galopera, 
temperamental y grosera.
Hay que decirlo abiertamente, 
no la montaba cualquiera.
Cariñosa con su dueño, 
quien la quiso desde el primer día,
Que la mimó con frecuencia, 
y que la extraña todavía.
No era agraciada en su andar, 
sus formas no eran perfectas,
Su belleza radicaba 
en su selecta nobleza,
En la fuerza de su pecho, 
y en sus pequeñas orejas.
 
Brío inagotable y puro, 
nervios de acero y pujanza,
Protectora en las batallas, 
tenía un lunar en la panza.
Veló por mí muchas siestas 
que bajo su canoa tomé,
También fue testigo de las veces, 
que hasta el pelo
de viruta me llené.

Como extraño a mi tuerta, 
mi alcahueta celestina,
Quien murió una triste mañana 
por una pelea perdida.
Que en el cielo de los caballos 
te den bocadillo y rasqueta,
Te limpien con juicio los cascos, 
y cepillen tu crin inquieta.
Más no recibas a nadie 
sobre tu cómodo lomo,
Para que estés descansada 
el día que nos encontremos,
Te estrenes tus lindas alas, 
y juntos cabalguemos de nuevo.

domingo, 1 de abril de 2012

El Barbula

Este escrito no es mio, sin embargo lo comparto porque es a mi parecer el mas heroico de los poemas es un escrito del maestro Roberto MacDuall

¡ALLÍ están! ¡ Ved !-En la altura
De la elevada montaña,
Sobre las armas de España
El Sol levante fulgura;
Y bate la brisa pura
El regio pendón que un día
Sobre el mundo se extendía,
Siendo el asombro y espanto
Del agareno en Lepanto,
Y del francés en Pavía.

¡ Allí están ! ¡ Ved !-Lentamente
Van por las faldas marchando
Tres columnas ondulando
Cual gigantesca serpiente;
Y agita el ligero ambiente
Los altivos pabellones
Que á las hispanas legiones
Arrancaron la victoria
Sobre los campos de gloria
De Angostura y los Horcones.

Sube en el Oriente el Sol,
Y al alumbrar la montaña
Los dos ejércitos baña
Con su primer arrebol.
En la cima el español,
Que sus ventajas advierte,
Tras de sus trincheras fuerte
Espera á que el otro avance,
Y esté de su arma al alcance
Para lanzarle la muerte.

Y el Patriota lentamente,
Con el fusil en balanza,
Tranquilo, impasible avanza
Por la escabrosa pendiente:
Pues cada soldado siente
Aquel ardor sin segundo,
Aquel anhelo profundo
Que en la ruda lid inflama
Al que su sangre derrama
Por la libertad de un mundo.

Se oye de pronto un rugido
Terrible, estridente, seco,
Que es mil veces por el eco
Del monte repercutido;
Como volcán encendido
El alto cerro aparece,
Y entre el humo que oscurece
Los resplandores del sol,
El pabellón español
Envuelto desaparece.

A torrentes la metralla
Lanza el cañón enemigo;
Los Patriotas sin abrigo
Van en orden de batalla;
Y al vivo fuego que estalla
Sobre la alta serranía,
Sin contestar todavía,
Siguen redoblando el paso,
Pues si es su pertrecho escaso,
Es mucha su bizarría.

¡Y avanzan ! Siempre adelante
Van esas huestes tranquilas;
Si un hueco se abre en las filas,
Hay quien le llene al instante.
Mas de pronto vacilante
Una columna se pára
Como si se intimidara
Ante el fuego aterrador
Que sobre ella, en su furor,
El enemigo dispara.

El Jefe, que tal advierte,
Veloz como el rayo párte,
Y el tricolor estandarte
Empuña con brazo fuerte;
Y á despecho de la muerte
Que en las filas se pasea,
Lanzándose á la pelea
Girardot valiente exclama
Agitando el oriflama
Que sobre su frente ondea:

« ¡ Permite, Dios poderoso,
« Que yo plante esta bandera
« Donde se mece altanera
« La del español odioso,
« Y yo moriré dichoso
« Si tal es tu voluntad !
« ¡ Compañeros, avanzad!
« Nos espera el enemigo;
« Venid á buscar conmigo
« La muerte ó la libertad !»

Dice, y lleno de osadía
Hacia las trincheras párte
Agitando el estandarte
Que es del ejército guía;
Todos siguen á porfía
Tras del audaz granadino,
Y cual fiero torbellino
Se lanzan á la batalla
Sin que pueda la metralla
Tenerlos en su camino.

Avanzan con ira fiera
Sobre la enemiga tropa,
Apuntan y á quema-ropa
Dan la descarga primera;
Saltan sobre la trinchera,
Y llenos todos de saña
Allí, en confusión extraña,
Se ven luchar pecho á pecho
Los que invocan su derecho
Y los que invocan á España.

El humo de los cañones
Oscurece el limpio cielo,
Que ya se asemeja á un velo
De desgarrados crespones;
Y de las detonaciones
Al espantoso rugido
Se mezcla el triste gemido
Que lanzan los moribundos,
Y los gritos iracundos
Del vencedor y el vencido.

Es la victoria segura,
Pero, ¿ á qué precio comprada ?...
Sobre el sol de esa jornada
Se extiende una nube oscura,
Pues del Bárbula en la altura
Por traidora bala muerto
El Jefe heroico y experto
Que asegura la victoria
Cae en el campo de gloria
Por su bandera cubierto.

Bolívar, ese coloso
Que en la libertad se inspira,
Es alma noble que admira
Todo lo .que es generoso,
Llora al héroe valeroso,
Y los hijos de Granada
Piden la primer jornada
Para vengar como hermanos
Con sangre de los tiranos
Aquella sangre adorada.

Y Girardot fué vengado;
Tres días después en Trincheras
Sobre las huestes iberas
Va D' Elhuyar denodado,
Y cual torrente lanzado
Desde elevada montaña,
Lleno de ardor y de saña
Se lanza con sus legiones
Y recoge hecha girones
La altiva insignia de España!