miércoles, 26 de junio de 2019

Jugo de Olvido

Este es el último de los manuscritos que seleccioné y corregí para esta temporada. Si continúan las publicaciones en las próximas semanas serán creaciones de reciente autoría. En caso tal que no continúen, agradezco a todos mis lectores por su lealtad y constancia pese a mil indisciplina para publicar.


Jugo de Olvido

Con ansias de jugo de olvido
Para no recordarte tanto,
Fue mucho el tiempo vivido,
Sin saber que te estaba esperando.

Obligado a la abstención
De tus embriagantes besos.
Ahogado en la pasión
Que despierta tu recuerdo.

Extrañando hasta la medula
Tu ternura endiablada,
Tus animadas caricias,
Tu mirada algo extraviada.

Con ansias de jugo de olvido
pa’ no cargar con tu ausencia;
cambiar lo que he vivido
por una nueva presencia.

Matarte en mi memoria
para no verte de nuevo;
que pierda toda su gloria
tu corazón tan malevo.

Pero no hay jugo en el mundo
capaz de borrar tu cara;
mi corazón errabundo
solo en tu amor se ampara.

No hay olvido en mi jugo,
me resigné a recordarte;
y así no pueda verte
solo me queda amarte.

miércoles, 19 de junio de 2019

Intro

Estimados lectores, en esta oportunidad les presento lo que es el texto introductorio a mi proyecto mas alargado y aplazado, hoy lo publico con el único objetivo que lo lean y me remitan sus opiniones o sugerencias a través de los mensajes directos que ofrecen las redes sociales. Espero que lo disfruten. También anuncio que posiblemente esta sea la penúltima o última publicación de esta temporada, aun no me decido. Un abrazo para todos.

INTRO

Las sombras crecen, lo siento en mis huesos, y en un apartado rincón de mi mente (al cual no me gusta mirar con frecuencia) veo como lo hacen. La tierra está cambiando, los sucesos así lo indican. Todo se agita por ratos, para luego entrar en calma, esa misma calma que precede a las tormentas salvajes, es un silencio inquietante, tenso como cuerda esperando el filo del cuchillo.

Desde mi morada transitoria y etérea, observo sin descanso lo que sucede en mi mundo, atento, presto a responder el llamado de los dioses cuando llegue mi momento de regresar una vez más. Yo no soy uno de ellos, tampoco soy un mesías, soy un descuido de los tiempos antiguos, una profecía que salió patas arriba; ahora debo pagar eternamente por la negligencia de mis creadores, y por las decisiones que tomé en mi primera vida. Condenado a regresar cada vez que el poder que alguna vez hizo parte de mí, ahora transformado y maligno, ronda la tierra.

No los culpo, nunca más podrán crear a otro como yo, soy el guardián, la antorcha que mantiene a raya las sombras. Tal vez así lo querían ellos en realidad, tenerme como un seguro para restaurar el balance cuando pierden control sobre el mundo.

Habito en un lugar pacifico, muy similar a lo que alguna vez fue mi hogar, rodeado de amplios y verdes prados donde mi único y fiel compañero en este exilio, mi leal y brioso caballo Narck, pasta alegremente; mientras yo contemplo el desarrollo de todos los acontecimientos en el mundo (en todos los mundos). Mi compañero también parece sentirlo, cada vez lo veo más inquieto, galopando de un lado a otro con la cola al aire cual si fuera un estandarte de guerra, su crin dorada y frondosa agitándose con el viento que lo acompaña en su veloz carrera, sus alas de fuego se extienden para recordar su elasticidad, y del cuerno de su frente, negro como la noche, duro como espinas de dragón, brotan centellas que en medio de la oscuridad interrumpen mi sueño con su tronar estridente y seco; parece que en su correr, cada vez más constante, está preparándose para lo que nos espera. Por mi parte yo nunca he dejado de hacerlo, siempre esperando el momento, siempre listo, presto a atender (como ya tantas veces lo he hecho) el llamado superior. Cada que esto pasa es igual; un escalofrío me estremece, mis espadas brillan con la intensidad del sol cantando su dulce y salvaje melodía anhelantes de sangre, y mi armadura habla suavemente ofreciendo su protección, entonces es cuando sé que ha llegado el momento. Mi eterno amigo relincha de emoción pues es valiente, temperamental y noble, ama las batallas, es un verdadero ser de guerra. Monto sobre él con la misma agilidad de siempre, y una vez sabe que estoy firmemente sentado sobre su lomo, despliega sus llameantes alas saltando hacia el infinito.

Hoy les contaré mi historia, aquella sobre profecías y decisiones, la misma que me condenó a permanecer entre el mundo de los vivos y los muertos, en un limbo indefinido observando que ocurre en la tierra, añorando las comodidades del cielo, y a veces hasta los tormentos de los veinte infiernos, obligado a permanecer en mi mansión solitaria, solo para volver a la vida cuando los dioses me llaman.

miércoles, 12 de junio de 2019

El Héroe Ignorado


Mi familia, en especial mamá y hermanos, ya están cansados de leer mis poemas, y como en esta temporada ya compartí varios escritos de ajena autoría, decidí redactar este texto de carácter reflexivo, ya que hace días tenía la idea en el tintero. Espero que les guste y, sobre todo, que les sirva.

El Héroe Ignorado

En la crianza obtenida en casa, mis padres siempre se ocuparon de inculcarnos la importancia de los valores, todos esos que ellos poseen y que no pienso enumerar en esta oportunidad; siempre nos aconsejaron así como  dieron ejemplo para que supiéramos lo que realmente era bueno, justo, sensato, y honesto. La diferencia radicó en sus personalidades, mientras mi mamá ha sido siempre una mujer práctica, aterrizada, y consecuente, mi papá era mucho más “defectuoso” y un romántico incurable, en mi caso particular (no sé si lo mismo ocurrió con mis hermanos, pues cuando yo nací ya llevaban varios años de crianza) mi papá tuvo a bien hablarme sobre las proezas de los grandes héroes de la historia, Bolívar, San Martín, Miguel Hernández, Marco Aurelio, Gaitán, Benito Juárez, David Crockett, Jim Bowie, Epifanio Mejía, Leónidas, Alejandro Magno y Arafat.

Para mal vivir de mi amada madre y admirados hermanos, heredé muchos defectos de mi papá (mas no su habilidad con las letras) pero no tantas las virtudes de mamá y hermanos, y entre tantos legados paternos recibí el romanticismo y admiración por los héroes de antaño, aunque no necesariamente sus mismos ídolos.

En mis listas se cuentan principalmente al Capitán Von Richthofen, Syla (general romano), José Hilario López (abolió la esclavitud en Colombia 12 años antes que Lincoln en U.S.A.), Oliver Cromwell, Aníbal (héroe de Cartago), el Príncipe Vlad, El General Hermógenes Maza, Robert Edward Lee, y el gran Yasir, este último y algunos otros los comparto con mi viejo.

Notará usted querido lector que en mi lista no hay muchos nombres que puedan ser recordados por el mas distraído estudiante, ello porque mis héroes no son convencionales, todos ellos hicieron cosas grandes, y cosas terribles, pero compartían algo en común, la fuerza de sus convicciones. Por ejemplo el general Lee; yo no me considero racista, no lo soy, mucho menos partidario de esclavistas, sin embargo hay que admirar la pericia política y militar de este hombre, confederó una cantidad considerable de estados, defendió con saña y valor sus ideales, y por el peso de ellos plantó cara durante tres años a un ejército que estaba mucho mejor armado y poseía la ventaja numérica (por si no lo sabe, le cuento: para la época de la guerra de secesión, las industrias manufactureras, por ende las fábricas de armas, y los grandes asentamientos de los Estados Unidos de America se encontraban en el norte del país)… no queda más que admirar a tal personaje por lo ya manifestado, aunque no por sus inclinaciones explotadoras.

Como iba diciendo, estos no pueden ser catalogados como héroes convencionales. Siempre se ha sabido que la historia es escrita por los vencedores, raras veces cuentan las verdades de los vencidos, y en mis listas personales, los segundos son muchos más que los primeros. Por eso, pocos recuerdan quien fue Richthofen, o saben quién era Vlad (aunque el cine le ha dado fuerza en los últimos años), o tengan en cuenta las verdades de Maza quien, pese a ser vencedor, no es recordado por su inactividad política; mucho menos le dan al comandante palestino la importancia que merece, tanto así que quienes hasta la fecha han sido “los ganadores” en ese conflicto, lograron borrar a su estado de google maps.

Sin embargo a mí, y a muchos, se nos olvidó que debemos tener un héroe principal (y tranquilo que no me voy a poner religioso), pero ¿a cuántos nos han enseñado a admirarnos a nosotros mismos?

Olvídese por un momento de la falsa humildad con la que se tapa todas las mañanas, deje a un lado ese cuento de sentirse igual a los demás, simplemente obsérvese objetivamente, mire su vida, y considere si las cosas por las que ha pasado son dignas de admiración.

Tal vez estará pensando que, viéndolo de esa forma, todos, o la inmensa mayoría, son dignos de la admiración, si es así, permítame decirle que lo mismo opino yo. Vivir en el mundo que nos ha tocado es una muestra inquebrantable de valentía, sobreponerse a los golpes de la vida, es la mayor prueba de fortaleza; incluso el suicida, en su pérdida de toda esperanza, ha de ser muy aventado para ser capaz de buscar la otra vida. En lo particular no admiro a los delincuentes por los actos cometidos, pero si la resistencia que se debe necesitar para sobrevivir al presidio.

Sería bueno saber ser nuestros propios héroes ¿no?, admirarnos honradamente por la fuerza de nuestras convicciones, la capacidad de aguante, el empuje para salir adelante, así se salga a rastras. Ninguno de los grandes (ya sean renombrados o se encuentren en la verja del olvido) llegó a la cima solo, así que no se demerite por la ayuda que a veces recibe, por verse derrotado, bien sea todos los días o de vez en cuando. Si puede hacerle fuerza a un equipo de futbol que va de último en la tabla (compuesto por más de 20 arepones que ni conoce), hágase fuerza a usted mismo, así esté “por descender a la B”, en ese caso recuerde que el pseudoascenso siempre será posible, y NUNCA se compare con NADIE.

Tal vez este texto lo haya escrito como una forma de sobrellevar mi situación actual, como un monologo que desde hace años debí de sostener en la oscuridad de mi cuarto, sin embargo, ahora que usted lo lee, piense en lo que le digo, admire a su prójimo, pero sobre todo, empiece a alentar, considerar y amar a su propio héroe ignorado, no importa si éste no es convencional, sigue siendo un adalid, al fin y al cabo.


miércoles, 5 de junio de 2019

Tres Lecciones


Advierto que para el presente ejercicio me robé un fragmento de otro viejo escrito, y que (a diferencia de los anteriores) es un poema "libre", no le busqué métrica, simplemente agarré una idea y no la dejé ir… ojalá les guste.

Agradecimientos a Valeria Ramírez, quien me ayudó a dar con el estribillo.

Tres Lecciones 

Del tiempo que estuve a su lado, 
tres cosas yo aprendí 
(i) pena tristemente aquel que ensilla el pasado; 
(ii) duele el corazón cuando hay amor de un solo lado; 
y (iii) que sufre mucho el culo cuando el apero es prestado.

Tantas cosas por decir, 
por hacer un millar pendientes;
no obstante, en aquella cita, 
yo era el único asistente. 

Sentado en un rincón, 
Incierto de las razones 
que allí me llevaron, 
no sé si continuaba aferrado,
o si me encontraba en tal lugar
por tener la tranquilidad 
de haberla dejado ir, 
solo sabía que allí estaba, 
pero nunca entendí bien porqué. 

Tampoco supe nunca
el cual, como, y por cuanto,
alcancé a amarla en tan poco,
y olvidarla costó tanto.

Si sé que pené tristemente por ensillar el pasado, 
que me dolió el corazón por amar de un solo lado, 
y que sufrió mucho el culo en ese apero prestado.

Con la mirada hacia
abajo para no verla llegar, 
no verla pegar la vuelta 
al notar mi estampa allá, atrás; 
seguro me soñé la invitación
solo para soltarla, 
pa terminar mi café 
al tiempo que la largaba;
o, de pronto, allí estuvo sentada 
y, como yo llegué tarde, 
se cansó de esperarme. 
¡Es que la espera cansa!… 
¡Tanto como los adioses! 
así igualmente se agotan 
de llorar los corazones.

Hartos de penar tristemente por ensillar el pasado; 
cansados de dolerse por amar de un solo lado; 
resentidos en sus culos por ir en apero prestado.

Se fue y yo no la vi; 
me largué yo al instante, 
saboreando ese último tinto 
que me llevé por delante; 
seguro pegó la vuelta, 
cuando me vio ahí sentado, 
yo me acabé mi café 
y arranqué para otro lado. 

Mientras me subo al caballo, 
presto a salir al galope, 
mi cuerpo queda en la mesa 
escribiendo un texto torpe. 
¿Cómo sigo yo en la mesa, 
si voy al paso repicado? 
Tal vez de la misma forma 
en que la tuve conmigo, 
sin tenerla ya a mi lado… 
Penando tristemente por ensillar el pasado, 
con el corazón resentido por amar de un solo lado, 
con el culo adolorido por ese apero prestado.

Echaban chispas las herraduras
de mi trochador alentado, 
haciendo olvidar al jinete 
ese dolor trasnochado.

Sin saber bien a que fui,
riendo de lo que me trajo; 
pensando en otro amor, 
mucho más viejo,
mucho más majo. 
Incierto del futuro, 
hastiado de despedidas; 
y al galope recortado, 
me remendé las heridas.

Sabiendo, solo sabiendo, 
que de mi tiempo a su lado, 
del cariño tan querido 
tres lecciones me han quedado: 
y es que pena tristemente aquel que ensilla el pasado; 
y es que duele el corazón cuando hay amor de un solo lado; 
y es que sufre mucho el culo cuando el apero es prestado.