La única introducción que quiero darle a esta publicación es que mi amiga, crítica, y lectora de cabecera, Andrea Ariza Bravo, fue quien bautizó el escrito hace unos pocos días; la palabra con la que lo definió es el titulo que lleva.
RENDICIÓN
Han pasado mil agostos
recordando su llegada,
casi los mismos septiembres,
acusan hoy su partida;
van calendarios completos,
con el vacío en la vida.
Buscando tanto ese amor
en otros mil y un dolores.
Buscando sus dulces ojos,
ojos dueños de mis amores.
Cargando con mil errores,
esos que la espantaron;
su ausencia pesando siempre,
anhelo que vuelva a mi lado.
Extraño esos ojos tiernos,
faltan más que mi caballo;
extraño sus besos ciertos
y abrazos acalorados.
Tantas noches compartidas,
y un apoyo tan sereno;
en estos tan largos días,
me mata ya no tenerlos.
Tocó amarla en silencio,
expresarme ya no puedo;
incapaz de despedirme,
y el olvido está rejego.
Yo la sigo esperando,
mientras en dolor me entierro.
amarla y llorarla mudo,
porque olvidarla no puedo.