jueves, 27 de septiembre de 2018

Ceguera del Alma

Se siente solitaria el alma, con tus prolongadas ausencias. Tan sola como se sentía antes de tu llegada primera.

Se siente igual que un bolero, cargada de un amor corto para un olvido tan largo.

Perdida y ayudada por un beso, ese primer beso, nocturno, juvenil, solitario.

Alma ignorante y desconcertada, sin saber bien si es su deber cargar con culpas o simplemente responsabilizar a las tejedoras por aquello que pudo haber sido y no fue, por eso que quiso siempre, en secreto, haber tenido.

Alma solitaria entre el tumulto de un recuerdo, que nació tarde, que nació viejo. Que nació atropellado y de reverso, como queriendo serlo todo en un segundo, queriendo vivirlo todo en un momento.

Buscando a tientas tu mano en la oscuridad de la noche, como lo hizo alguna vez, alguna noche. Como lo hizo otras tantas noches en que en medio de la oscuridad encontré otras manos, pero ya nunca más la tuya, blanca, cómoda, elusiva.


A tientas, siempre a tientas buscando, pues el sol y la luna ya no brillan. No brillan porque les falta, la luz de tu sonrisa.