jueves, 28 de marzo de 2019

CONVERSACIÓN CON EL SEGUNDO HIJO - ANTONIO MEJÍA GUTIÉRREZ

Como lo anuncié en la publicación de la semana pasada, este es un breve segmento con tres poemas de mi papá para sus tres hijos, hoy les comparto el segundo, dedicado a mi hermano Felipe, también fue escrito cerca a los días de su nacimiento, al menos eso tengo entendido. Es una pieza literaria bastante hermosa.

CONVERSACIÓN CON EL SEGUNDO HIJO


En tiempos muy remotos, hijo mío,
los hombres fueron tristes, desiguales.
Los menos, por ser todopoderosos.
Los más, por ser esclavos y ser frágiles
.
También, en esos tiempos ya lejanos,
era el hijo mayor más importante.
Tenía derechos sobre los segundos,
a pesar del afecto y de la sangre.

Pero llegaron los libertadores,
Espartaco y Bolívar y sus ángeles.
Y poblaron el mundo de palomas
con las alas de todas las verdades.

Después de las espadas y las plumas,
hoy nacemos, por fin, todos iguales.
Lo importante es vivir, no de primeros,
sino con toda el alma. Nunca es tarde.

Para llegar al tiempo y a la vida,
al espacio, al amor, a las bondades.
Hay lugar para todos en el mundo:
Para los cabos y los generales.

Hay lugar para el beso, para el surco.
Para el nido y la cuna, no hay edades.
No hay segundo en la paz, en la alegría.
Ni existe, en el amor, segundas partes.

El viento no conoce prelaciones,
ni sabe el padre sol de prioridades.
A todos nos alumbran y calientan
el corazón y el sol: somos iguales.

Te lo cuento, hijo mío, como hermano,
nací el sexto entre diez, si no lo sabes.
Y nunca me han faltado el sol ni el agua.
¡Y fui igual ante el pecho de mi Madre!

jueves, 21 de marzo de 2019

PALABRAS AL HIJO PARA QUE NO USE CAUCHERA - ANTONIO MEJÍA GUTIÉRREZ

Muy respetados lectores, mientras preparo y pulo los escritos que publicaré próximamente, les quiero compartir tres poemas de mi papá, aquellos que abiertamente declaró que nos escribió a sus hijos en algún momento de la vida; el primero, el cual se empezó a gestar por los mismos días que nació mi hermano mayor, es tal vez el mas famoso del segmento, y de todos los que escribió; con mucho orgullo y mucho honor les dejo...


PALABRAS AL HIJO PARA QUE NO USE CAUCHERA

Ahora estás en la cuna, mi pequeño,
pequeño compañero de la base.
Indefenso, asombrado, sorprendido,
Asustado milagro de mi sangre.

Pero un día serás ya todo un hombre,
es decir, llegarás a niño grande.
Y quiero hacerte un ruego para entonces
en nombre del pueblito de las aves.

Las manos de los hombres fueron hechas
para abrazar mujeres en la tarde.
Para pulir el barro, para el surco,
para pintar cuadernos con imágenes;
para reconocer a los amigos,
para ayudar al ciego allá en la calle.

De la naturaleza y de la vida,
los ojos son los hechos más brillantes.
No es bueno que los ojos y las manos
se apliquen en asuntos que te amarguen.
No es bueno que se extienda tu estatura
con los hilos de caucho en tus falanges.
La cauchera es traición. Es alevosa,
tiene el sigilo de los criminales.

Es una bomba atómica lanzada
sobre 1os Hiroshimas de los árboles.
Hiroshima, hijo mío, una lejana
ciudad donde murieron muchas madres,
por culpa de unos odios y una guerra
con muerte en cantidades industriales.

Los nidos son las cunas de unos niños
más pequeños que tú y tus amistades;
y el papá de esos niños, más chiquito,
y más desprotegido que tu padre.

Vinimos a este mundo para el trigo,
para aplaudir al trino y los arcángeles;
para buscar el alma en las palabras,
y para defender al que no sabe.

Nunca pongas los ojos ni las manos
en cosas que no sean muy amables.
No son para la muerte, ni la herida,
son para trabajar y enamorarse.

Por eso es por lo que te hago este ruego,
no quiero prohibirte ni alegarte.
Pero sabrás, espero, conducirte
en paz contigo mismo y con las aves.

                                                                                       Antonio Mejía Gutiérrez

domingo, 17 de marzo de 2019

Regalos

Regálame tu olvido
tan rápido, tan limpio.
Para no ver el recuerdo,
tan eterno y tan impío.

Te regalo yo mi ausencia,
inflamada y descontenta,
rellena con la querencia,
y con la esperanza muerta.

Dame de esa cobardía,
alcahueta y abusiva,
te la cambio con orgullo,
por mitad de mi valía.

También te encimo esta rabia,
cargada de tristes versos,
pero en jugada muy sabia,
no te devuelvo tus besos.

Regálame tu tristeza,
a cambio de mi alegría,
pues se fue tras tu belleza,
cuando ya no fuiste mía.

Te doy este amor profundo,
para tu corazón somero,
y también el sol de verano,
pues sin ti yo no los quiero.

Ya me diste recuerdos,
por eso no te los pido,
mas se dañaron los buenos,
¡tocó buscar el olvido!

Al final te dejo un beso,
de tantos que no te dí,
el resto quedan guardados,
pa’ que tu me los des a mí.