lunes, 28 de julio de 2014

El pasado pasado y el pasado por venir



Pensando un poco en la construcción de la vida, me llega a la cabeza que el pasado muchas veces es el que más pesa, porque con el viene la memoria de lo bueno y lo malo, lo aprendido, lo logrado, lo vivido, incluso el fracaso viene con la memoria, y esta es la hija mayor del pasado.

Y el pasado con sus cargas siempre trae un temor enorme, es el temor al futuro, a eso desconocido, lo que viene adelante que sin importar que tan optimista sea quien lo espera, no es más que una oscura y difusa sombra que nadie puede ver, que solo Dios o las Nornas conocen. Bien lo decían los antiguos Sajones: “Wyrd bid ful araed” -el destino es inescrutable-.

Podemos proyectar, esperar, jugar con el minuto presente en los pensamientos que se quieran, pero al final no existe certeza alguna del resultado que se obtendrá. Solo se tiene el segundo en el que estamos, ese segundo que pasa fugaz, ligero, que en un instante se convierte en el ahorro del pasado. 

Y el futuro no es más que eso, un pasado que aún no ha sido, y en algunas oportunidades un pasado que nunca será. Pero esto no es excusa para dejar de vivir, por el contrario es el aliciente que hoy encuentro para explotar cada segundo en aquello que valga la pena hacer, por amor, por responsabilidad, por gusto o por impulso, el futuro al ser inescrutable, es imposible de construir, pero si se puede construir un pasado por venir con cada paso en firme que se da, dejando en el recuerdo la alegría y el dolor de todo lo que se hizo con amor, ganas y empuje.

Soy consciente que la semana pasada hice un escrito en contra de la autosuperación, por eso aclaro a quien de pronto  tome este por un escrito de esa clase, que no lo es, simplemente expongo mi punto de vista frente al pasado y al futuro, a las ganas de vivir y a lo que haga en la vida, es decir moverse con putería, sin pensar en lo que va a llegar más adelante sino en la estela que se va a dejar en el camino, ya sea para el recuerdo o para que alguien más pueda seguir esos pasos.

lunes, 21 de julio de 2014

Autosuperación



En los últimos días me ha dado por hojear algunos textos de autosuperación escritos por los más reputados autores de este absurdo género, confieso que únicamente los he hojeado pues su densidad literaria es suficiente para anestesiar a una ballena después de tres páginas seguidas de lectura.
Y la conclusión es muy sencilla, estos libros han sido escritos para personas incapaces de cambiar, personas que no contentas con su soberbia producida por un gran ego y una carencia gigante de autoestima, buscan la aprobación de su ser en las castrantes páginas de estos escritores mediocres. Castrantes porque se limitan a consejos de eliminación de la vida cosas que sean “poco saludables”. Y sus incautos lectores dejan que con ello se mutile el sentido de lucha, de cambio, de amor, de tolerancia y de respeto que le dan sabor a la vida.

Son libros que validan cualquier conducta que llene al lector de autosatisfacción, sin impulsarlo a un verdadero crecimiento, a una lucha interna que los nutra como seres humanos, solo un simple enfrentamiento externo con patrones de conducta definidos.
Y me llegó la inquietud: ¿es esto autosuperación?

Después de un buen debate interno, llegué a la conclusión que les expongo:
No está ni lejos de serlo, la autosuperación no es validación propia de las conductas existentes, ni es un incremento del amor propio por medio de frases que no traen consigo el espíritu de lucha necesario para crecer.

La autosuperación se encuentra en la admiración, en la lucha por crecer y creer, por ver en aquello que aunque no sea tangible, el impulso para cambiar o aumentar los comportamientos y las conductas. Es por eso que el ser humano, trabajador e inquieto se supera a si mismo cada día, pues busca permanentemente seguir avanzando y buscando la plenitud pese a los golpes recibidos. Nadie se supera a sí mismo en la mediocridad de su ser inmutable.

Se ha convertido además en vicio de las personas atribuirle frases de autosuperación a genios intelectuales como Chaplin o Einstein, personas que mantenían un sentido filosófico tan elevado, que estaban por encima de esas pequeñeces,  que crecieron a la sombra de otros grandes y que en su vida trataron de emularlos hasta llegar a ser más grandes que ellos.

¿Qué pasó con la admiración romántica? Vlad, Robin Hood, Los Mosqueteros, Romeo, Julieta, Hamlet (aunque haya muerto loco) Cleopatra, Julio Cesar, Von Richthofen, o El Rey Arturo, los ya mencionados genios Chaplin y Einstein. Personajes históricos o literarios que impulsaban a la humanidad a crecer y creer, a dar la lucha pese a los golpes y defender ideales más grandes que el mismo hombre.

Me decepciona en realidad que el ser humano con toda su capacidad de imaginación, creación y crecimiento, caiga tan bajo.  La única frase de Autosuperación que me parece valida es: “la vida no son los golpes que das, son los golpes que recibes y sigues avanzando, así es que se consagra la victoria”- Rocky Balboa
Dios y mis ídolos me libren de caer en lo mismo.

lunes, 14 de julio de 2014

Ensillando




Ya entenderán los buenos lectores que después de tan prolongado sedentarismo en la producción literaria estoy un poco oxidado, sin embargo aquí estamos nuevamente quien sabe hasta cuándo. Un abrazo para todos y que disfruten este y los escritos que vendrán después.




Ensillo mi caballo,
Pretendiendo estar contigo.
Ignorando los reproches,
Espantando al cruel olvido.

Ensillo mi caballo,
Como ensillando recuerdos,
De aquellos días gratos,
Y de momentos perfectos.

Ensillo también tu ausencia,
Para llenar el vacío,
Que carcome mi existencia,
Que entristece hasta el hastío,

Ensillo mi caballo,
Para enfrentar el presente,
Pues aunque solo me hallo,
No dejo caer la frente.

Ensillo en tardes de lluvia,
O en noches de luna llena,
Pues a aquella que fuera novia,
Ya no le pido que vuelva.

Y ensillo ese amor vivo,
Que nunca perdió su brío,
Presto siempre a dar la pelea,
Pues no lo mata el olvido.