Como muchos de ustedes sabrán, tengo una hermosa sobrina
de casi dos años de edad llamada Francisca, ¡es la cachetona más linda de todo
el universo!, y para mayor felicidad mía soy su padrino. Irónica y
desgraciadamente, por diversos motivos que no vienen al caso ni pienso ventilar
aquí, soy el miembro de la familia que menos la ve, situación que me causa un
poco de tristeza, pero la vida no puede ser perfecta.
Cuando empecé a pensar en este este escrito quería hablar
sobre lo que significa y conlleva ser
tío, no obstante, me di cuenta que aún no estoy listo para hablar de ello,
sería mentira o simple suposición la gran mayoría de lo que dijera pues apenas
estoy en la fase inicial de un camino que va a durar toda la vida. Solo sé que es la reunión de todos los amores
familiares, en ella veo todo lo bueno que hay en mí y en mi familia, además de
otras virtudes que le heredó a su familia materna. Siendo tan solo una niña que
está empezando a explorar el mundo, es indudablemente la mejor de todos
nosotros.
Nada me llena más de emoción y orgullo que verla montada
en un rocín, queriendo al igual que yo vivir la vida tras las orejas de un caballo, disfrutando el mundo en ese lugar
donde pocos tenemos el privilegio y gusto de disfrutarlo en la actualidad.
También me hincha el pecho su belleza, que sea temeraria, simpática a montones,
tanto que quienes la conocen se enamoran inmediatamente de ella, es fuerte,
simplemente es hermosa.
Tiene la fortuna de contar con unos padres amorosos que
dan la vida entera por ella, además cuenta con esos ojazos azules, despiertos y
profundos que reflejan el mundo entero en su mirada. Ahora que me encuentro
revisando los escritos que le he hecho (como oro y zafiro, y Carta a Francisca)
confieso que quisiera ser mejor escritor, poeta, tío y persona, para hacerle y
decirle cosas más hermosas, profundas y sabias, pero ya sea por falta de
trabajo o de talento, no he dado pa más.
Eso sí, en cada texto que le escribo a ella le dejo un pedazo de corazón
pegado, pues es con todo mi corazón y mi
amor que cada una de las palabras que aquí plasmo salen para mi Fran.
Envidio profundamente a todos los que la pueden ver más
que yo, debido a que ellos no se pierden tantos momentos de su vida, en contra
prestación yo soy su “TOTO MON” ¡y eso nadie me lo quita!
Una de las cosas que más le pido a Dios es que me dé vida
y medios suficientes para verla crecer, poder montar a caballo a su lado y
compartir juntos ese vínculo tan especial que siempre va a unirnos, pues los
intereses acercan a las personas, pero los amores y pasiones unen al mundo, y
yo siempre lo estaré con ella por ese amor que ambos le tenemos a nuestros
nobles cuadrúpedos.
Quisiera construir un mundo mejor para ella, así como
para los hijos y sobrinos que llegarán en un futuro, un lugar donde nada malo
pueda dañarlos, la gente mala no exista y las cosas que destruyen el alma no
lleguen. Todos los días sueño con un mundo así y hago algo para hacer este
mundo un poco más habitable para mi enana, pero si llego a fallar en mi
romántica y ambiciosa empresa, tengo la fe y la confianza en que ella va a
tener la fuerza y la sabiduría para enfrentar al mundo y sus problemas, también
que siempre tenga la valentía de asumir sus pocas derrotas y gozar con
elegancia las múltiples victorias que va a vivir. Sobre todo, que nunca olvide
que sus padres y familia la aman, y sin importar lo que pase o lo que digan
puede contar con todos nosotros.
Hay mucho, mucho más que me gustaría decir, pero eso por
motivos personales lo dejo como reserva del sumario y o lo remito a la carta
que hace un tiempo le escribí y que probablemente con el paso del tiempo irá
creciendo en contenido. Para terminar y despedir este escrito, quiero decirle a
mi sobrina: ¡te amo cachetona! Recuerda cuando estés grande y las cosas vayan
mal la carta que te escribí, y que pase lo que pase, Dios te dio tus angelitos
en el cielo y a tu familia en la tierra para velar por ti.
Simón Mejía Montes