miércoles, 5 de junio de 2019

Tres Lecciones


Advierto que para el presente ejercicio me robé un fragmento de otro viejo escrito, y que (a diferencia de los anteriores) es un poema "libre", no le busqué métrica, simplemente agarré una idea y no la dejé ir… ojalá les guste.

Agradecimientos a Valeria Ramírez, quien me ayudó a dar con el estribillo.

Tres Lecciones 

Del tiempo que estuve a su lado, 
tres cosas yo aprendí 
(i) pena tristemente aquel que ensilla el pasado; 
(ii) duele el corazón cuando hay amor de un solo lado; 
y (iii) que sufre mucho el culo cuando el apero es prestado.

Tantas cosas por decir, 
por hacer un millar pendientes;
no obstante, en aquella cita, 
yo era el único asistente. 

Sentado en un rincón, 
Incierto de las razones 
que allí me llevaron, 
no sé si continuaba aferrado,
o si me encontraba en tal lugar
por tener la tranquilidad 
de haberla dejado ir, 
solo sabía que allí estaba, 
pero nunca entendí bien porqué. 

Tampoco supe nunca
el cual, como, y por cuanto,
alcancé a amarla en tan poco,
y olvidarla costó tanto.

Si sé que pené tristemente por ensillar el pasado, 
que me dolió el corazón por amar de un solo lado, 
y que sufrió mucho el culo en ese apero prestado.

Con la mirada hacia
abajo para no verla llegar, 
no verla pegar la vuelta 
al notar mi estampa allá, atrás; 
seguro me soñé la invitación
solo para soltarla, 
pa terminar mi café 
al tiempo que la largaba;
o, de pronto, allí estuvo sentada 
y, como yo llegué tarde, 
se cansó de esperarme. 
¡Es que la espera cansa!… 
¡Tanto como los adioses! 
así igualmente se agotan 
de llorar los corazones.

Hartos de penar tristemente por ensillar el pasado; 
cansados de dolerse por amar de un solo lado; 
resentidos en sus culos por ir en apero prestado.

Se fue y yo no la vi; 
me largué yo al instante, 
saboreando ese último tinto 
que me llevé por delante; 
seguro pegó la vuelta, 
cuando me vio ahí sentado, 
yo me acabé mi café 
y arranqué para otro lado. 

Mientras me subo al caballo, 
presto a salir al galope, 
mi cuerpo queda en la mesa 
escribiendo un texto torpe. 
¿Cómo sigo yo en la mesa, 
si voy al paso repicado? 
Tal vez de la misma forma 
en que la tuve conmigo, 
sin tenerla ya a mi lado… 
Penando tristemente por ensillar el pasado, 
con el corazón resentido por amar de un solo lado, 
con el culo adolorido por ese apero prestado.

Echaban chispas las herraduras
de mi trochador alentado, 
haciendo olvidar al jinete 
ese dolor trasnochado.

Sin saber bien a que fui,
riendo de lo que me trajo; 
pensando en otro amor, 
mucho más viejo,
mucho más majo. 
Incierto del futuro, 
hastiado de despedidas; 
y al galope recortado, 
me remendé las heridas.

Sabiendo, solo sabiendo, 
que de mi tiempo a su lado, 
del cariño tan querido 
tres lecciones me han quedado: 
y es que pena tristemente aquel que ensilla el pasado; 
y es que duele el corazón cuando hay amor de un solo lado; 
y es que sufre mucho el culo cuando el apero es prestado.

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