A mis papás y hermanos…
El Rincón del Alma
Nunca me han gustado mucho los poemas de
Benedetti, los encuentro poco creíbles, casi forzados; prefiero los que fueron
escritos por Manuel o por Rubén. Poemas con cara de boleros o tangos, nacidos
de amores muertos, de idilios cortos y olvidos amargos.
Los versos se hicieron para cargar el
ritmo del dolor, al menos aquellos que son míos, mi sensación de dolor. Pocas
veces nacen bueno versos que puedan destinados a amores que aún están vivos, y
siempre, aquellos llevan consigo, implícitos en sus líneas, la marca del cuarto
jinete, trayéndole (eventualmente) la ejecución compasiva, o la agónica y lenta
muerte. De ello ya he hablado antes, mas para expresar el egoísmo con la
felicidad, que es de naturaleza prosaica, y la fácil expresión del rítmico y
eneasílabo dolor, esa es la verdad de
mis textos.
No obstante, hay un tipo de dolor, o tal
vez de nostalgia, que es tan profunda como la dicha del sentirse amado, que no
puede ser reducida o limitada al ritmo de nueve silabas con terminaciones
homófonas, esa que se expresa en cuentos, o en reflexiones largas y
autocompasivas. Esa añoranza que guardo con mas celo de lo que muchas veces he
vigilado mis dichas, pero que hoy, no puedo evitar compartirla. Y es que en mi
confinamiento, alejado de todos y de tanto, hay un lugar que extraño mas que
los demás. No, no es Mi Manizales, mi ciudad natal.
Allá en el culo del mundo, donde los
gigantes se fueron a morir para convertirse en colosales montañas, en lo más
recóndito del universo mismo, reposan olvidadas las casas, con corrales de
piedra, o de alambre de púa, ranchos de madera y tabla, todos de diferentes
envergaduras. El paraíso perdido, al que solo una vez le he escrito, donde
aprendí a hacerme hombre, o al menos, a ponerle la cara al mundo.
Unas montañas lejanas a las que solo a
caballo se llega, de trochas intransitables, y de heladas primaveras. De valles
de guayabas, y tierras ovejeras, con potros tan cerreros que no amansaba
cualquiera. De burros que sin rebuznos, rugían como leones, de mulas que diablo
desechó, pues pa montarlas no tuvo cojones.
De allá salió la filosofía que en parte
me ha mantenido con vida, una frase muy amorosa que mi papá, asegurándose que
de yo oía, como si no fuera conmigo, siempre decía -la montaña es buena pa’
levantar hijos y potros, si sobreviven a estos caminos, podrán sobrevivir a cualquier
cosa-. ¿Tendría razón Toñito? Pues hasta el momento la ha tenido.
En esos mismos parajes, de la mano de
mis hermanos, aprendí a pelear como fiera, y que no me paren los ramalazos. Con
Miguel, mi hermano mayor, armábamos fogatas de dos metros de alto, con Felipe
me abracé en mañanas frías y nos coloreábamos cantando. Donde Súper Ratón, fue
bautizado con cerveza, y mi hermano se enamoró de un potro moro que vio salir
de la maleza.
La luz se tardó en llegar, el televisor
tampoco hizo falta ¿qué iba a hacerla? ¡con la cantidad de aventuras que
vivimos! Empezando por el pisco, que me correteaba por todo el patio, huir de
los gansos bravos, montar el ovejo arisco, o comernos el más cebado. Allá el
mas grande privilegio, era ganar la carrera sin ensillar a Manolito.
Era una pésima idea retacarse en el
camino, lo aprendieron a garroteras, caballos, mulas, y hasta un niño. Hoy
entre pelas presentes, y risas muy olvidadas, allá me vuelo de tarde en tarde,
montado en los suspiros del alma, me agacho en los bebederos, pa’ refrescar el
cogote, y en la imaginación cojo el monte, a lomos de mi alazán.
Ahora, mucho mas viejo, solo de lejos
veo La Montaña, el gigante que cayó muerto por la ambición y la rabia. Y lloro,
como cuando era niño y me tocaba volver a la casa, nostálgico de esos años, tan
cercanos a mis padres y hermanos; que alejado me siento hoy de todos, amores,
aventuras y caballos.
Mi querido Simón,desde años a..... se veía venir tu vena "narrativa" algo exagerada influenciada por tu fantástica infancia en la finca. Recuerdo una anécdota tuya en el paradero del bus escolar.. la cita se daba en el ante jardín de una señora joven llamada Patricia, que sacaba sus mellizos, entonces ella le encantaba competir contigo.. se bajaba al nivel de un infante (ella sin experiencia), entonces tu.. dijiste: "En mi finca hay dos burros" y ella replicó: "Juan Manuel (esposo) compró dos perros enormes y muy bravos para nuestra finca" y tu respondiste con alevosía: "es que mis burros rugen como leones"....Solo quiero acercarte a un recuerdo.. Ah también el día que invitaste al vecindario a tu cumpleaños y tu mamá no sabía...Te llevo en mi corazón te quiero con el alma!
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