miércoles, 29 de noviembre de 2017

Radiografía

Ingenuamente pensé que ya me había desecho de todo mi entripado, pero algo me compele a escribir esta radiografía, sin saber siquiera cual es el propósito, posiblemente es solo por intentar un poco de escritura aleatoria, tal y como me lo recomendó mi adorada Isabel Echeverri hace una par de horas.

Y lo digo así, porque mientras rayaba en mi agenda, comprada hace cinco años y medio en el zoológico de Cali, en la cual se encuentran una gran parte de mis paupérrimos manuscritos y que ha sufrido todos los vejámenes y forcejeos internos que me han llegado a atacar, faltándole incluso ya algunas hojas que con precisión quirúrgica le he arrebatado usando el filo de mi navaja Andújar de acero toledano comprada en chile; uno tenía ni idea de lo que iba a decir, es mas, a estas alturas no tengo clara la estructura del texto, solo que debo eliminar algunos apartes del texto original. Todos datos curiosos pero totalmente irrelevantes, así como muchas veces se siente el autor de este texto, curioso, pero irrelevante.

Hace alguno días publiqué “Trabajando con Fantasmas”, un cuento que redacté habiendo alusión a mis espectros internos y a la fascinación que me produce mi trabajo cuando me absorbe tanto que durante algunas horas me logro olvidar de las voces en mi cabeza. Confieso que durante un par de semanas me sentí un poco más liviano, sobre todo porque en dicho escrito hablé de cosas que pocas veces me he atrevido a decirle a cualquier otro mortal, cosas que incluso no he compartido abiertamente con mi familia, terapeuta o pareja de turno, tal vez por ello es que al final, de una u otra forma, he terminado fracasando en esos ámbitos.

Ahora bien, los espectros de ese momento pudieron haber desaparecido temporalmente, pero citando al legendario cantante, a “la reina del rock”, Belcebú tiene un demonio apartado para mí, y ese hijodesupinkfloyd, se encarga de revivir los fantasmas que con tanto trabajo logro exorcizar de mi torre llena de telarañas y del eco de viejos reproches.

Con lamentable frecuencia he cometido los mismos errores, que hieren siempre a las mismas personas, a aquellas que yo más quiero y que saben que daría la vida por ellos. ¿los he cometido por bruto? ¿Porque no confío plenamente en ellos? O ¿Por qué temo que vean algo inaceptable en mí que no vale ni merece el amor? Tal vez ¿un poco de todo lo anterior? Francamente, no tengo puta idea, y si acaso la tengo, no he identificado correctamente la respuesta, en cuanto a los errores, de ellos solo diré, que no son de su incumbencia querido lector.

De otro lado, hace días que tengo en la cabeza pegados tres tangos que, fusionándolos, fácilmente podrían explicar un pequeñísimo pedazo de la montaña rusa de pensamientos que es mi cabeza, ellos son: me da pena confesarlo, solo se quiere una vez, y las 40, los dos primeros de Gardel, del último, prefiero la versión de Edmundo Rivero.

Avanzando un poco más, he descubierto que me he gastado una considerable porción de mi existencia buscando los pedazos de lo que alguna vez fui (como dice la canción de Estopa) sin tener éxito en encontrarlo, debe ser porque lo que busco realmente nunca lo tuve, o se perdió hace mucho tiempo, tal vez antes que la cajita de Miguel y el folder de Felipe (que en ese orden desaparecieron),  ya ni si quiera recuerdo que es, es posible que sea algo que se ahogó en el fondo de La Laguna, o se extravió en un cafetal para que lo encontrase un chapolero afortunado que lo necesitaba más que yo.

Si con objetividad pienso en lo que hoy soy, y lo comparo con lo que fui hace algún tiempo, con seguridad que no regreso, tal vez rescataría de ese Simón, ya perdido en los entresijos del tiempo, un poco de la rabia que a veces me impulsaba a avanzar sin sentir miedo, pero solo lo necesario, y cargaría todo el importaculismo que me encontrara en el camino para que en el morral de mi cabeza no quedara espacio para seguir cargando con el peso que los errores ya cometidos (y que no pueden ser remediados) ejercen sobre mi conciencia impidiéndome levantar la cabeza y apreciar plenamente el presente venturoso que me acompaña, pero nuevamente, el único responsable de todo ello soy yo.

He de confesar abiertamente que no he sido buen hijo, buen hermano, buen amigo ni buen novio, en conclusión, no he sido buena persona. Si he sido bastante resistente, y quienes mejor me conocen saben que es cierto y saben a qué me refiero, aunque esa cualidad se la atribuyo a mis amados progenitores y a mis hermanos, que fueron quienes me criaron, así como a la genética, pues nadie más resistentes que mis papás y sus respectivas familias.

Pido perdón públicamente y de todo corazón a mi mamá, hermanos, amigos y exnovia, por no ser mejor de lo que he sido, pero fui lo que les tocó en el sorteo; si por azar o por carácter este escrito les ha sacado la piedra, también les pido perdón por ello.

Soy buen trabajador, madrugador honesto, esforzado y honrado, ello también se lo debo a mis papás y hermanos que a diario durante 32 años y 7 meses me han dado ejemplo constante. Romántico, enamorado, soñador, y bastante emocional, pero eso ya lo saben ustedes, los que me leen, y también soy el putas para hablar de cosas que no tienen mayor trascendencia, tengo muy buena suerte, y facilidad para escribir, así como un amor desmedido por mi caballo.

Para finalizar, no soy una persona de constancia en mis expresiones de afecto, si por algún motivo a usted le busco con obstinación inusitada, créame que es porque le llevo demasiado dentro del corazón y la cabeza para relegarle al olvido.

Si quien está leyendo esto es parte de mi familia inmediata incluyendo a mis "hermanas políticas" sepa bien que, pese a mi infinito mar de defectos, le amo más allá de lo que las palabras pueden expresar.

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