Todos nos hemos quedado presos en unos
ojos, por un instante, por una vida, por media hora; todos hemos sentido el
deseo de decirle a alguien, que a duras penas conocemos, una chorrera de cosas
que nunca decimos, que nos guardamos por múltiples razones. Este escrito es
precisamente una exteriorización de una de esas veces en las que de chorro, sin
motivo, y por simple ilusión, conexión o deseo, se quieren decir pero por
prudencia, respeto o miedo se callan. Que lo disfruten.
Me perdonan la métrica y la arritmia, pero
pocas veces me propongo a hacer versos que no son deplorablemente tristes.
Igualmente me perdonarán mis lectores si
al escrito le falta “madurez”, está muy recién nacido, pero quise publicarlo
para variar un poco los textos tristes que he sacado en los últimos días y por
si lo llegase a leer la eventual vecina.
Vecina
de Anoche.
En la noche concurrente
muy tarde vi yo tus ojos,
Tan dulces y deslumbrantes,
sin rencores, sin enojos.
Luceros que deambulantes,
deseosos de alguien más.
Y los propios anhelantes
de ser tuyos, de nadie más.
Antojo obvio y ajeno,
aumentó al sol del día
Dime sincera de lleno
¿Que te enamoraría?
Vecina de una noche
colega de aficiones,
cuéntame como hiciste
pa despertar mis pasiones.
Acompañante secular
ojos valientes y tiernos
me miras y yo me siento
dueño del mundo entero.
Vecina de esta noche
sonrisa cautivadora.
estarás en mi recuerdo
esta noche y muchas otras.
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