lunes, 11 de agosto de 2014

Tras Las Orejas De Un Caballo

Es ese lugar donde se hacen las paces con Dios y con el mundo, el lugar donde el universo entero se ve distinto. Allí se desvanecen las tristezas al sentir el repicar de los cascos y el resoplar de los equinos, si el cielo existe, seguramente allá se llega a caballo y las puertas celestiales son un portón de golpe.

El lomo del caballo es más cómodo que cualquier sofá, más grato que cualquier fiesta. Ahí el alcohol es agua fresca y el humo del tabaco una suave brisa. Es sobre el lomo del caballo donde la vida merece ser vivida y donde valdría la pena morir, pues solo se vive plenamente haciendo los que amamos, en compañía de quienes se aman, y es solo así que se vive y muere con satisfacción.

Montar a caballo es como estar entre los brazos de una mujer, como perderse en el brillo de sus ojos. Mujeres y caballos, con formas igual de dulces, y ese bamboleo delicioso que las acompaña mientras se alejan. Mujeres y caballos, tienen similar belleza, y una gran capacidad de amor, de fuerza y de nobleza.

Montar es llevar cientos de kilos entre las piernas, pujando con brío, pujando con fuerza, y controlarlos hasta entrar en armonía y naturaleza. Es olor a felicidad, amor y alegría, es olor a la verdadera riqueza de la vida.

Tras las orejas de un caballo es donde se ha hecho la mayor parte de nuestra historia, donde se fragua el valor de los hombres y donde se ama con mayor intensidad la vida, la pasión y las mujeres.

Es por eso que LOS MEJORES MOMENTOS DE LA VIDA SON TRAS LAS OREJAS DE UN CABALLO Y FRENTE A LOS OJOS DE UNA MUJER. Es por eso que allí espero vivir la vida y encontrar la muerte; tras las orejas de un caballo y mirando a los ojos a mi mujer.

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