domingo, 5 de febrero de 2012

Vlad y el Conde de Pecs


Bogotá D.C., 2 de abril de 2020.

Hoy le hago una introducción a este viejo escrito debido a la fecha en que lo vuelvo a promover.

hace algunos meses leí en público, y por primera vez, una parte de este texto. En dicha oportunidad, en el lugar se encontraba presente un gran y viejo amigo, quien, al haber oído las lineas, me manifestó que durante toda la lectura me vio descrito e identificado. Hasta ese momento, nunca le había prestado mucha atención a eso, hoy me doy cuenta que tiene razón, al menos en parte, por eso mismo, al ser hoy mi cumpleaños, lo celebro con ustedes dedicándome este escrito, el cual hoy corrijo en parte para darle una cara menos fea.


Vlad y el Conde de Pecs

Soy el último Drakulesti, y también Janos Horvati. Hermano dragón, traidor y traicionado. Tuerto con dos ojos  que desprecia su oscuro pasado. Guerrero de mil batallas, victorioso y derrotado.

El mundo entero es mi Mehmet, y también es mi Corvino.  Soy mi propio traidor, mi único traicionado.

La vida es mi Valaquia, centro de grandes disputas, foco de mis esperanzas, y tierra de bruscas rutas.

Inmortal, legendario de historias no contadas, es esta existencia un mito en el que no participan las hadas.

He tenido en mi vida a dos o tres Ilonas, pero hablar del ausente no es decente, hoy no contaré sus historias.

Soy mi propia guardia negra, y me he traicionado solo, le hice la guerra al cristiano, y empalé sin piedad al moro.

Rejuvenezco en la guerra, así pierda la batalla, embisto siempre con saña, con violencia y valentía; la locura es prima hermana del valor, ¿tendrán el mismo parentesco prudencia y cobardía?

Habito en un mundo cromático, lleno de luz y de sombra, la luz procura vida para quien la oscuridad siempre nombra.

Mi coraza no es un muro de piedra o de ladrillo, mi coraza soy yo mismo y mi alma que no pierde brillo.

Mi Tokat es mi conciencia, maestra de culpa y tortura, y en una vida de guerra todo hace la piel mas dura.

No me quejo de mi suerte, agradezco mi camino, lucho con y contra el mundo, al igual que lo hago conmigo, la batalla a veces cansa, pero nunca es aburrida, y el guerrero sin peleas en la paz se vuelve estorbo.

No pretendo ser comprendido esta es una confesión estrecha, del conde y príncipe internos que tienen la paz deshecha.

No he de temer la vida ni el final al que esta lleva, en esta guerra se vive, se sufre y se aprovecha.
Queda empezado  este escrito, su desenlace será el mismo, del hombre que hoy lo escribe, feliz por el hecho de estar vivo; y no solo se vive porque el corazón palpita, se vive porque se enfrenta tormentas, batallas y sonrisas.

Me consagro empalador, juez que es siempre cruel y duro, tanto con el traidor interno, como con en el ladrón futuro.

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