Pagando viejas deudas
Y recordando experiencias raras,
Hoy hablo de una señora
Que me presentó Nico Saravia
Tiene por nombre Xiomara
Y habla con los caballos,
Unos le tienen fe ciega,
Otros piensan que es carretazo.
Yo haré justicia a la dama,
Pues la envidio plenamente.
Pudo hablar con Cambalache,
Se lo agradezco enormemente.
Con estos versos de poca rima, empiezo el escrito de la
mujer que habla con los caballos.
La conocí una tarde de enero, gracias a la inmediación de
Nico Saravia, quien tiene la fortuna de ser su amigo, y la había recomendado
plenamente a mi hermano y varios amigos más.
Luego que ella hubiese hablado con Amora (la yegua de mi
hermano) y otros cuantos semovientes le llegó el turno a “mi muchacho”.
Me limito a decir únicamente que envidio el talento que
tiene esta mujer para hablar con los caballos. Ignoro cuál frecuencia de radio
usa o por cuales canales lo hace, (si supiera cuales son yo mismo los
sintonizaba). Pero encuentro
impresionante la facilidad que tiene para conocer cosas de un caballo que nadie
le ha contado, que no tendría por qué saber.
Yo quisiera hablar con mi caballo para saber que tan buen
contertulio es sobre todo cuando estoy de cabalgata, fácilmente él podría ser
tan buen critico de belleza femenina como
lo son mis amigos, incluso mejor, pues Cambalache a diferencia de los humanos
no sufre en la mitad de la ensillada los efectos del embellecedor aguardiente.
Desgraciadamente no puedo hacerlo, sin embargo, pude a través
de la ya mencionada, conocer un poco del negro pasado de mi Cambalache. Descubrir
que cosas le gustan, y aquellas que le molestan y me enteré gracias a ella que
ambos nos sentimos igual de afortunados por pertenecernos mutuamente.
Posiblemente muchos de mis lectores pensaran o me dirán que
he sido embaucado, o soy un crédulo sin remedio, sin embargo pocos de ellos han
presenciado las conversaciones de Xiomara con los caballos. Y de aquellos que
como yo han tenido la fortuna, son más los que como yo se sienten asombrados y
conmovidos por este talento.
Existen muchas anécdotas y cosas que podría contar y decir,
pero me quedaría corto con ello, por eso cierro este escrito manifestando una
vez más que envidio a Xiomara y su talento.
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