lunes, 16 de abril de 2012

Casilda


Cara blanca y llagada 
por el efecto del sol,
Piel canela y cuerpo gordo 
con ancas como un tambor.
Era mi hermosa Casilda 
la que un ojo perdió,
Con su melena brillante, 
larga y multicolor.

Tri-alba galopera, 
temperamental y grosera.
Hay que decirlo abiertamente, 
no la montaba cualquiera.
Cariñosa con su dueño, 
quien la quiso desde el primer día,
Que la mimó con frecuencia, 
y que la extraña todavía.
No era agraciada en su andar, 
sus formas no eran perfectas,
Su belleza radicaba 
en su selecta nobleza,
En la fuerza de su pecho, 
y en sus pequeñas orejas.
 
Brío inagotable y puro, 
nervios de acero y pujanza,
Protectora en las batallas, 
tenía un lunar en la panza.
Veló por mí muchas siestas 
que bajo su canoa tomé,
También fue testigo de las veces, 
que hasta el pelo
de viruta me llené.

Como extraño a mi tuerta, 
mi alcahueta celestina,
Quien murió una triste mañana 
por una pelea perdida.
Que en el cielo de los caballos 
te den bocadillo y rasqueta,
Te limpien con juicio los cascos, 
y cepillen tu crin inquieta.
Más no recibas a nadie 
sobre tu cómodo lomo,
Para que estés descansada 
el día que nos encontremos,
Te estrenes tus lindas alas, 
y juntos cabalguemos de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario